Salimos para emborracharnos de verde,
y sin saberlo nos vemos resiguiendo el cristalino y virgen río Ara,
(el día anterior, en el parque Marc conoció a una niña que se llamaba así)
Mi mirada siempre en modo scan fotográfico divisa unas ruinas preciosas al margen izquierdo. Para!
Acabamos de encontrar un pueblo abandonado: Lacort
Nos calzamos al peque a la mochila y exploración.
El zumbido y aleteo de los insectos lo invade todo.
Me lleno las piernas de arañazos y rasguños,
maleza? pero quien estaba antes?
Me fascina este tercer paisaje, despoblado?
a caso las hiedras, higueras, parras y todo el abanico de plantas trepadoras y leñosas, no son vida?
Más tarde, quise conocer la suerte de ese pueblo,
expropiado, desalojado a la fuerza por quererlo anegar con un embalse fantasma, que nunca se llevó a cabo.
Se quedaron sin casa pero ganaron la guerra.
Lo que jamás inundó el agua, que lo habite el verde para siempre.