Mi abuelo Antonio, como muchos otros, dejó Marinaleda, Sevilla y se marchó para Cataluña para labrar un futuro mejor. Era buen albañil y encontró trabajo en la constructora Grau Sala de Manresa. En un sorteo, le tocó un piso de protección oficial en el barrio obrero del Xup.
En 1965, todo la familia Díaz – Tejero emigró del campo a la ciudad, subidos a un taxi, dejando atrás lo poco que tenían. Se instalaron en su nuevo piso del bloque 21, del barrio periférico por excelencia de Manresa.
Mis otros abuelos por parte de padre también emigraron del sur, concretamente de Santaella, Córdova y acabaron viviendo en el mismo barrio, en el bloque 38.
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Este reportaje fotográfico es del 2007 y pertenece al barrio donde yo crecí. Un barrio histórico y con mucho sentimiento de pueblo, rodeado de campos y con unas excelentes vistas de la montaña mágica: Montserrat.
Aquí viví los primeros veinte años de mi vida, jugábamos hasta que caía la noche, comprábamos en la pagesa Leonor las verduras, nos perdíamos por los montes a construir cabañas, recorríamos la riera, escalábamos la montaña del Dragón, el pagès Valentí nos perseguía porque le pisábamos el trigo, íbamos a robar regaliz en los huertos, bicicleteábamos hasta el Suaña, etc.
Muy agradecida me siento de haber sido una niña de las afueras.
soy de las afueras
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